Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta
Es muy importante tener en mente el crecimiento del árbol que vamos a plantar y en cuál va a ser su tamaño una vez alcance su total desarrollo. Podemos buscar información tanto de lo que puede llegar a ser su altura como el diámetro de su copa para intentar visualizarlo en el espacio de nuestro jardín o huerto.
Todo ello debe sumarse a la sombra que va a crear en el jardín o en el huerto y que podría impedir el crecimiento de otras plantas. Cualquier trasplante cerca de una vivienda, una piscina o el terreno colindante debe realizarse siempre pensando en la fuerza que pueden llegar a tener las raíces.
Nos será muy útil conocer el marco de plantación recomendado, que no es ni más ni menos que el espacio que debemos dejar entre un árbol y otro si decidimos plantar más de uno. Nos ayudará a separar los ejemplares correctamente y también como guía a la hora de cavar el hoyo que necesitaremos para trasplantarlos.
La mayoría de árboles pueden plantarse en cualquier época del año aunque siempre es recomendable evitar los momentos de calor o frío más extremos.
El mejor momento para plantar un árbol o arbusto de hoja caduca es a finales de invierno, durante el llamado parón vegetativo. En este momento del año, los árboles están adormecidos y se adaptan mejor al cambio que supone crecer en un medio nuevo.
Debemos evitar esta operación en distintas situaciones que podrían comprometer el trasplante: un suelo helado o muy frío, excesivamente encharcado o muy seco.
Los árboles se comercializan en tres presentaciones distintas:
Como el propio nombre indica, estos árboles se suministran sin tierra alrededor de las raíces. Esta presentación es habitual durante el invierno, y antes de trasplantar se deben eliminar todas las raíces en mal estado. Es normal que los árboles no presenten hojas en el momento de la compra.
La raíz del árbol se presenta envuelta en un material poroso o una malla para que la tierra no se separe de las raíces. Estos árboles se han cultivado en el suelo de un vivero, del que se arrancan para su comercialización.
Estos árboles se cultivan directamente en macetas hasta que se ponen a la venta. Por ello, se adaptan rápidamente a su nuevo entorno. Para sacarlos de la maceta, debe ponerse en remojo durante unos segundos para facilitar la extracción. Si las raíces sobresalen por la base, lo mejor es cortar la maceta con cuidado.
Cavar un hoyo del diámetro y profundidad necesarios es un paso imprescindible para que nuestro nuevo árbol pueda desarrollarse con fuerza tras el trasplante.El tamaño mínimo recomendado de un hoyo para trasplantar un árbol debería ser de unos 60 cms de anchura, 60 de largo y 60 de profundidad. En el caso de los arbustos puede reducirse este tamaño en 20 cms. Lo ideal es que sea por lo menos dos o tres veces mayor que el tamaño del cepellón.
El trabajo será más fácil si la tierra está en tempero. Esto es, ni demasiado húmeda como para que se pegue a las herramientas ni demasiado seca y por lo tanto, dura. Si está seca podemos regar la tierra el día anterior.
1. Lo más habitual es formar los hoyos con herramientas de mano, como una azada, un pico y una pala. Empieza formando una zanja del tamaño necesario con ayuda de una azada. A continuación, utiliza un pico (o la misma azada) para aflojar el terreno, y la pala para ir retirando la tierra.
2. Aprovecha para retirar y separar todas las piedras que puedas encontrar, y valora el estado de la tierra para mejorarla (si es necesario) antes de rellenar el hoyo.
3. Sigue trabajando para formar el agujero, que no necesariamente debe tener forma de cubo, sino de embudo. No es imprescindible realizar todo el trabajo en un mismo día, por lo que puedes ir trabajando a ratos, tomando siempre precauciones y señalizando el agujero para mayor seguridad.
4. Antes de empezar a rellenar el hoyo con tierra, es importante asegurarse de que es lo suficientemente fértil. En zonas recientemente urbanizadas no es extraño encontrar gran cantidad de material de construcción como relleno, por lo que en tal situación lo mejor será utilizar tierra vegetal para rellenar el hoyo.
5. Si tienes dudas acerca de la fertilidad del suelo, es mejor preparar una mezcla de la tierra existente con una buena cantidad de abono (estiércol o compost). Si el suelo es arcilloso, añade arena para soltarlo además del abono.
6. En zonas especialmente lluviosas, puede ser útil colocar una capa de material drenante (como piedra volcánica o arlita) en el fondo del hoyo para evitar que las raíces se encharquen.
7. Empieza a rellenar el agujero con tierra, compactándola ligeramente. Las raíces que empezarán a formarse agradecerán un sustrato esponjoso y rico en nutrientes que les permitirá crecer fácilmente.
8. Extrae el árbol de la maceta o retira cualquier material plástico que envuelva el cepellón. Aunque los cordeles o tejidos orgánicos se degradan en contacto con la tierra, si los retiramos las raíces no encontrarán ningún obstáculo y aparecerán con rapidez.
9. Coloca el árbol en el centro del hoyo, procurando que el cuello del mismo no quede enterrado. Es conveniente asegurarse de que la tierra del hoyo queda al mismo nivel que la que contiene las raíces de nuestro árbol. (El cuello del árbol es el punto en que empiezan las raíces y acaba el tronco).
10. Asienta la tierra alrededor, y coloca un tutor para sujetar el tronco. Hasta que no se formen las raíces, cualquier golpe de viento podría tumbarlo.
11. Sujeta el tronco del árbol al tutor utilizando un material que no provoque rozaduras, y que quede un poco holgado.
12. Forma un alcorque alrededor del tronco del árbol para facilitar el riego en el futuro. Riega el árbol abundantemente justo cuando acabes el trasplante. Esto te permitirá comprobar si la tierra se asienta más de lo previsto y si es necesario rectificar la profundidad a la que has colocado el cepellón.
13. Puedes utilizar un material de acolchado para mantener la humedad alrededor del árbol recién trasplantado. Utiliza hojas secas, restos de siega, corteza de pino o una capa de compost.
14.Elimina las malas hierbas que puedan ir apareciendo y mantén húmeda la tierra alrededor del tronco. Centra el riego en el espacio donde está el cepellón porque las raíces tardarán un tiempo en aparecer.
Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta
Autora de PicaronaBlog. Hortelana autodidacta, imparto talleres de huerto urbano, colaboro en medios especializados y en 2014 publiqué mi primer manual de iniciación: Hortelanos de ciudad.