Ficha escrita por:
Juan Mari, jardinero apasionado, Asturias
La ubicación y exposición del huerto deben elegirse cuidadosamente, ya que no será posible modificarlo cuando empecemos a cultivar.
El huerto ideal debería contar con algunas de estas ventajas:
No estar muy lejos de casa para facilitar su mantenimiento;
estar cerca de una fuente de agua. El agua de riego puede salir de un pozo, un manantial, un estanque, o simplemente utilizar agua corriente del grifo;
estar en un terreno horizontal y plano. Si el terreno tiene una ligera pendiente, la mejor exposición posible es al sur. Pero si la pendiente es muy abrupta, sería conveniente crear terrazas a distintos niveles. Se desaconsejan los emplazamientos situados en el fondo de un valle ya que suelen ser muy fríos en primavera;
no estar rodeado de árboles o edificios que den sombra. La orientación sur del huerto debería estar especialmente despejada. Las raíces de los árboles buscarán humedad y nutrientes, pudiendo competir con las hortalizas del huerto;
estar protegido del viento;
el lado norte debería estar protegido por un muro o por un seto plantado expresamente como cortaviento;
dispone de una cerca para evitar la intrusión de animales domésticos o salvajes (aunque no es indispensable).
Seas inquilino o propietario, eres afortunado si dispones de un terreno adecuado para hacer un huerto en tu propio hogar. Un huerto de 150 m², es más que suficiente para producir hortalizas para una familia de 4 personas.
Si la tierra no es muy buena (por tener muchas piedras, o ser muy calcárea por ejemplo), puedes instalar bancales de cultivo que podrás rellenar con tierra de calidad. Podrás realizar un cultivo mucho más intensivo que en un huerto clásico, ya que 5 o 6 bancales o cajones para huertos de 1,20 m de lado producen más hortalizas que la misma superficie pero en el suelo.
Es sencillo alquilar una parcela de huerto o un terreno agrícola. El coste varía según la provincia en la que te encuentres, pero suele rondar los 50 euros al mes para un huerto de 150 m².
Si te decides a alquilar, fíjate que en el contrato se especifiquen todos estos detalles:
Las coordenadas catastrales y la superficie;
el importe del alquiler;
las condiciones para dar de baja el contrato;
lo que está incluido en el contrato (acceso al agua de riego o suministro de abono, por ejemplo).
Algunos propietarios alquilan su terreno a cambio de parte de tu cosecha o de ayuda en momentos determinados, como cortar el césped o ayudarle en la cosecha de frutales.
Y es que si buscas bien, es posible encontrar algún propietario que disponga de una parcela que no puede cultivar, por distintos motivos. Por otro lado, hay muchas personas que serían felices con un huerto pero no disponen de tierra para cultivar.
Si vives en la ciudad, seguro que una búsqueda en internet te devuelve distintos resultados sobre parcelas de huerto en alquiler.
En los pueblos o en zonas agrícolas, suele funcionar mejor el boca a boca, por lo que te recomendamos dar voces a familiares y conocidos para encontrar tu huerto ideal.
Los huertos municipales están situados en terrenos comunales que algunos Ayuntamientos gestionan para el disfrute de los ciudadanos. Inicialmente, se destinaban a personas desfavorecidas, que con el cultivo de su huerto podían producir sus propios alimentos. En la actualidad, cada municipio indica en las ordenanzas quién puede tener acceso a un huerto municipal y durante cuánto tiempo.
Al contrario de los huertos comunitarios (de los que os hablaremos más adelante), estos huertos están muy bien definidos, con parcelas individuales para cada hortelano. No obstante, y debido a la proximidad entre parcelas, estos espacios contribuyen a establecer nuevos lazos sociales en zonas urbanizadas.
Los huertos comunitarios reciben también el nombre de huertos asociativos. Aunque pueden estar parcelados, es habitual que estos huertos se cultiven y mantengan de manera colectiva por los habitantes de un pueblo situado en una zona rural o de un barrio de la ciudad. Los usuarios suelen constituir una asociación sin ánimo de lucro para administrar el huerto.
No suele ser necesario tener conocimientos de jardinería para participar, ya que estos huertos son espacios de intercambio y aprendizaje, en el que poco a poco se aprende a cultivar.
Para saber si existe algún huerto comunitario en tu municipio, lo mejor es consultarlo en tu Ayuntamiento o a tu asociación de vecinos.
La mejor agua para regar el huerto es el agua de lluvia, la de un estanque o un río. También es útil el agua de pozo, aunque si está muy fría podría ser conveniente dejarla reposar a temperatura ambiente antes de regar.
No obstante, lo más habitual es utilizar agua del grifo. La instalación de un riego por goteo es lo más práctico para regar el huerto: puedes utilizar aspersores, goteros o manguera exudante en función de los cultivos que realices en él.
Aunque las herramientas de jardín pueden guardarse en un garaje, un granero o una bodega, la verdad es que lo más práctico es una caseta o cobertizo de jardín ubicada en el mismo huerto. Puedes elegir entre distintos modelos de cobertizos, de madera, metal o resina y tamaños, de menos de 2 m² a más de 20 m².
Una caseta de madera tiene un estilo más natural pero suele durar menos, requiriendo un mantenimiento que no necesitan los de metal o de resina. En cuanto al tamaño, un cobertizo de jardín de unos 2 m² es más que suficiente para albergar las herramientas indispensables del huerto.
Los modelos más grandes te permitirán almacenar otras herramientas, desde un cortacésped a un motocultor e incluso una bicicleta. Aunque evidentemente, todo ello depende del tamaño de tu huerto o jardín, de las herramientas a almacenar y de tu presupuesto.
Herramienta de jardín | Uso | Consejo de compra |
La pala o palote | Revolver la tierra. Cavar un agujero o una zanja. Recortar bordes. | Verificar el grosor del metal. Longitud del hierro: 25 cm como mínimo. |
Las horcas | Deshacer terrones de tierra. Aflojar la tierra. | De hierro forjado, con dientes redondos y gruesos. |
El rastrillo | Desmenuzar la tierra. Afinar la tierra antes de la siembra. Retirar hierbas y piedras. Nivelar la superficie. Cubrir las semillas. Compactar la tierra. | Mango de más de 1,50 m. |
La horca de doble mango | Trabajar el suelo en profundidad. Cavar sin voltear la tierra y sin esfuerzo. | Modelo de 4 o 5 dientes. |
La azada | Eliminar malas hierbas Romper la corteza del suelo. Aporcar (acumular tierra alrededor de la base de una hortaliza). | De hierro forjado en una sola pieza, sin remaches. Mango de 1,30 m como mínimo. |
Azada para surcos | Forma surcos para sembrar en línea. | De hierro forjado en una sola pieza, sin remaches. |
La binadora | Eliminar malas hierbas. Desbrozar un terreno. Formar surcos para plantar. Aporcar (patatas, puerros). | De hierro forjado en una sola pieza, sin remaches. |
El plantador | Forma agujeros para sembrar o trasplantar. | |
Pala de mano | Desenterrar plantas jóvenes, trasplantar. | De hierro forjado, evitar otros materiales. |
Tijeras de poda | Cortar tallos y zarzas. Cosechar hortalizas. | Modelo adaptado al grosor del corte. Tamaño apropiado para tus manos. |
La regadera | Riego de las hortalizas. | En plástico, más económico. En metal, mayor duración. |
La preparación de la tierra del huerto es una tarea crucial para conseguir una buena cosecha. Su objetivo es el de conseguir una tierra mullida y permeable que facilite la germinación de las semillas y el crecimiento de las raíces. Además, nos permitirá eliminar raíces y piedras de la tierra.
Antes de empezar a labrar, es necesario eliminar toda la maleza del suelo, retirando todas las plantas que encuentres y los restos vegetales presentes. Puedes utilizar una azada o una binadora para cortar las hierbas a ras de suelo.
Para trabajar la tierra al estilo clásico, es necesario realizar estas tres operaciones.
La primera tarea a realizar para una preparación de la tierra tradicional consiste en cavar la tierra a una profundidad de unos 25 cm con ayuda de una pala o de una horca. Esta operación es equivalente a la tarea que realiza un arado mecánico.
Debe realizarse únicamente una vez al año, aunque mantengas la tierra cultivada durante todas las estaciones. Los suelos pesados (arcillosos), se suelen cavar en otoño, dejando grandes terrones en el suelo: las heladas se encargarán de romperlos.
En suelos ligeros (arenosos), es mejor preparar la tierra del huerto a principios de primavera. Para facilitar el trabajo con la pala, suelen trabajarse espacios de 2 a 3 metros de longitud.
Este paso nos permite romper los terrones para que la tierra quede más fina. A la vez, retiraremos raíces y piedras, nivelando la tierra ligeramente. Para esta tarea suele utilizarse una horca plana para cavar.
Con este proceso, la tierra queda totalmente suelta. Es un trabajo superficial, que se realiza con el rastrillo. Nos permitirá eliminar las piedras más pequeñas y romper los últimos terrones de tierra.
En este momento se alisa y nivela definitivamente la tierra del huerto. Conseguiremos una tierra fina, condición indispensable para sembrar o trasplantar. Si vas a trasplantar y la tierra ha quedado suficientemente suelta en el paso anterior, puedes ahorrarte el uso del rastrillo en este momento.
Esta manera de trabajar la tierra cuenta cada vez con más adeptos. Esta técnica, muy recomendada entre permacultores y agricultores ecológicos, evita el arado en profundidad, ya que airea y afloja la tierra sin voltearla a distintos niveles, ya que no la remueve. Este movimiento se considera perjudicial para los microorganismos del suelo, que son de gran ayuda durante el cultivo.
Para ello puedes utilizar una horca convencional pero también la herramienta especialmente diseñada para esta tarea: la bio-azada u horca de doble mango.
Los fertilizantes, abonos y enmiendas, son productos destinados a garantizar la nutrición vegetal o a mejorar las propiedades físicas, químicas o biológicas de la tierra.
Por ello se considera que los fertilizantes químicos son lo contrario a los abonos de origen orgánico.
Los abonos químicos se producen a partir de materias no orgánicas (minerales), como por ejemplo el nitrato de amonio, la urea, el fosfato de amonio, el cloruro de potasio... que las raíces de las plantas absorben y que tienen una acción inmediata.
Los abonos orgánicos son residuos de origen animal o vegetal: estiércol descompuesto, compost, sangre seca, cuerno triturado, etc. Al contrario de lo que ocurre con los abonos químicos, es necesario que sufran una transformación que realizan los microorganismos del suelo para ser asimilables por las plantas.Esta mineralización, provoca que sus efectos se manifiesten más lentamente.
Estas son algunas de las hortalizas más sencillas de cultivar:
Zanahoria;
pepino;
calabacín;
espinaca;
judía (verde o para consumo en seco);
lechuga;
acelga;
patata;
calabaza;
rábano;
tomate cherry.
Y estas, las plantas aromáticas:
albahaca;
cebollino;
cilantro;
perejil.
Hortaliza | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov | Dic |
Acelga | S | S | S | |||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Apio (de corte o apio-rábano) | S | S | ||||||||||
T | T | |||||||||||
C | C | |||||||||||
Berenjena | S | S | S | |||||||||
T | T | T | ||||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Calabacín | S | S | S | S | ||||||||
T | T | T | T | |||||||||
C | C | C | C | C | C | |||||||
Calabaza | S | S | ||||||||||
T | T | |||||||||||
C | C | |||||||||||
Canónigo | S | S | S | |||||||||
C | C | C | C | C | C | C | ||||||
Cebolla | S | S | S | S | S | |||||||
T | T | T | T | |||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Chirivía | S | S | S | |||||||||
C | C | C | ||||||||||
Col o repollo | S | S | S | S | S | S | ||||||
T | T | T | T | T | ||||||||
C | C | C | ||||||||||
Coliflor | S | S | S | S | ||||||||
T | T | T | T | T | ||||||||
C | C | C | C | C | C | C | ||||||
Espinaca | S | S | S | S | S | S | ||||||
C | C | C | C | C | C | C | C | |||||
Guisante | S | S | S | S | ||||||||
C | C | C | C | |||||||||
Haba | S | S | S | S | ||||||||
C | C | C | ||||||||||
Judía | S | S | S | S | ||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Lechuga | S | S | S | S | S | S | S | S | S | S | S | S |
T | T | T | T | T | T | T | T | T | T | T | T | |
C | C | C | C | C | C | C | C | C | C | C | C | |
Nabo | S | S | S | S | S | |||||||
C | C | C | C | |||||||||
Patata | S | S | S | |||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Pepino | S | S | S | S | ||||||||
T | T | T | ||||||||||
C | C | C | C | |||||||||
Pimiento | S | S | ||||||||||
T | T | T | ||||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Puerro | S | S | S | |||||||||
T | T | |||||||||||
C | C | C | C | C | C | C | C | |||||
Rábano | S | S | S | S | S | S | S | |||||
C | C | C | C | C | C | C | ||||||
Remolacha | S | S | S | |||||||||
C | C | C | C | |||||||||
Tomate | S | S | S | |||||||||
T | T | |||||||||||
C | C | C | C | |||||||||
Zanahoria | S | S | S | S | ||||||||
C | C | C | C | C | C | |||||||
Albahaca | S | S | ||||||||||
T | T | |||||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Cebollino | S | S | ||||||||||
C | C | C | C | C | ||||||||
Cilantro | S | S | ||||||||||
C | C | C | ||||||||||
Menta | T | T | ||||||||||
C | C | C | C | C | C | C | C | C | ||||
Perejil | S | S | S | S | S | |||||||
C | C | C | C | C | C | C | ||||||
Tomillo | S | S | ||||||||||
C | C | C | C | C | C | C | C | C | C | C | C |
S | siembra |
T | trasplante |
C | cosecha |
NOTA: Este calendario de siembra es orientativo, y poco a poco debes ir adaptándolo a la climatología de tu ubicación.
A lo largo del tiempo, los agricultores han ido observando cómo se comportan las hortalizas en función del resto de plantas que se cultivan a su alrededor. Algunas se llevan bien, mientras que otras provocan distintos efectos sobre sus vecinas: crecimiento lento, aparición de parásitos, etc.
Por este motivo, es recomendable asociar aquellas hortalizas que se avienen si se cultivan una al lado de la otra. Esta tabla que os ofrecemos a continuación se basa en pruebas empíricas realizadas por los hortelanos a lo largo de los años, por lo que la eficacia de las asociaciones no siempre se puede explicar científicamente.
Hortaliza | Asociación favorable | Asociación desfavorable |
Achicoria | Col, coliflor, colirrábano | |
Ajo | Zanahoria, diente de león, patata | Guisante, judía, haba, col |
Apio y apio-rábano | Coliflor, puerro, tomate, hinojo, pepino | |
Berenjena | Judía, guisante | Patata, cebolla |
Calabaza y calabacín | Lechuga, judía, cebolla, guisante | Patata, coliflor, hinojo |
Cebolla | Remolacha, zanahoria, colirrábano, lechuga, fresa, chirivía, tomate | Guisante, judía, haba, col |
Chalota | Guisante, judía, haba | |
Chirivía | Cebolla, col, coliflor, zanahoria | |
Col y coliflor | Remolacha, apio, apio-rábano, pepino, patata, judía enana | Rábano, fresa, achicoria |
Colirrábano | Rábano, guisante, chirivía, judía enana, remolacha, pepino | Tomate, hinojo, achicoria |
Espárrago | Tomate, puerro, perejil, judía (enana) | Remolacha, ajo, cebolla, chalota, acelga |
Espinaca | Fresa, judía | Remolacha |
Haba | Chirivía, lechuga, tomate | Ajo, cebolla, chalota |
Judía | Berenjena, zanahoria, apio, apio-rábano, col, pepino, lechuga, maíz, patata | Ajo, cebolla, chalota, guisante, puerro, hinojo |
Guisante | Remolacha, zanahoria, apio, col, pepino, judía, maíz, patata, rábano | Ajo, cebolla, chalota |
Lechuga | Zanahoria, col, coliflor, pepino, fresa, judía, guisante, nabo, puerro, rábano | Perejil |
Nabo | Ajo, apio, guisante, lechuga | Puerro, rábano |
Patata | Ajo, judía, guisante | Tomate, berenjena, zanahoria, calabaza, rábano |
Pepino, pepinillo | Zanahoria, col, judía, lechuga, guisante | Patata, tomate, rábano |
Perejil | Espárrago, tomate | Guisante, lechuga |
Pimiento | Albahaca, zanahoria, cebolla | Hinojo |
Puerro | Zanahoria, apio, espinaca, fresa, lechuga, canónigo, cebolla | Judía, guisante, nabo |
Rábano | Zanahoria, haba, judía, espinaca, berro, lechuga, guisante, tomate | Col, perifollo |
Remolacha | Cebolla, colirrábano, coliflor, hinojo, lechuga | Judía, espinaca |
Tomate | Espárrago, albahaca, zanahoria, col, apio, cebolla, perejil, puerro | Remolacha, colirrábano, hinojo, pepino y pepinillo, guisante, patata |
Zanahoria | Judía, guisante, lechuga, cebolla, puerro, rábano | Eneldo, remolacha |
Algunas hortalizas deben sembrarse directamente en la tierra del huerto, donde se desarrollarán hasta su cosecha. Es imperativo realizar esta siembra directa (con algunas excepciones) para las hortalizas de raíz (cebolla, rábano, nabo, remolacha, chirivía) y las leguminosas (guisante, judía, haba).
Cuando las plántulas germinan, deben «aclararse», arrancando las más débiles. De este modo, las que queden en el suelo tendrán suficiente espacio para crecer correctamente.
Las semillas se siembran de manera densa en una pequeña superficie de terreno, en un espacio con una buena exposición solar, o al abrigo de un invernadero.
Las plántulas más fuertes se extraen de la tierra y se trasplantan individualmente en el espacio destinado a su cultivo: a este proceso, se le llama repicado. Suele realizarse esta operación con las semillas de col, puerros y ensaladas...
Este método se utiliza con las semillas de hortalizas que no pueden sembrarse en el huerto debido a las bajas temperaturas en el momento de la siembra o porque no soportan un repicado a raíz desnuda. Se trasplantan más adelante en condiciones más favorables, con el cepellón de tierra que rodea las raíces.
Los semilleros se preparan siempre en interior, con calor, lo que permite iniciar las siembras de manera precoz. Este proceso suele realizarse con semillas de hortalizas de fruto: tomate, melón, berenjena, calabacín, pepino, calabaza...
Muchos hortelanos prefieren comprar las plántulas ya germinadas en lugar de preparar sus propios semilleros. Afortunadamente, cada vez es más fácil encontrar una amplia gama de hortalizas sembradas en macetas o en bandejas de alvéolos.
Empiezan a comercializarse pronto, para quien pueda realizar un trasplante protegido (en invernadero o bajo túneles protectores). También puedes apurar un poco su adquisición hasta que la temperatura exterior sea más apropiada. Sin embargo, te arriesgas a no encontrar las hortalizas que buscas porque ya se habrán vendido.
Te aconsejamos adquirir las plantas 15 días antes de la fecha prevista para su trasplante al huerto. Puedes aprovechar este tiempo para «aclimatarlas», es decir, acostumbrarlas progresivamente a las condiciones reales de cultivo.
Para ello, sácalas al exterior a pleno sol por la mañana y guárdalas por la noche en un espacio interior sin calefacción.
En el momento de la compra, asegúrate de que el nombre de la variedad esté bien indicado (ya que no siempre es así). Examina cada planta para verificar su buen estado de salud y elige plantas fuertes, con tallos gruesos, y sin hojas amarillentas en la base.
Échale un vistazo también a la base de la maceta: si las raíces salen por los agujeros de drenaje, deberías trasplantarlas a una maceta un poco mayor si decides hacerlas pasar por el proceso de aclimatación.
Todas las plantas pueden sufrir problemas, cuyos síntomas y causas son muy diversos. Por ello, antes de intervenir aplicando un remedio, es necesario ser observador para identificar el origen del problema. ¿Se trata de una enfermedad, una plaga o de otro factor?
El aspecto anormal de una planta, con hojas agujereadas, manchadas, secas o deformadas, frutos afectados o con grietas exteriores, son síntomas de orígenes distintos:
Efectos producidos por la climatología: heladas, granizadas, sequía;
un desorden fisiológico, que puede producirse por ausencia de determinados elementos minerales;
por parásitos: plagas y enfermedades. De hecho, estos son los problemas más habituales con los que te vas a encontrar.
Las plagas son insectos (o sus larvas) como los ácaros, pulgones, cochinillas, etc. Los síntomas que ocasionan pueden parecerse a los de algunas enfermedades, aunque el tratamiento no es (ni mucho menos) el mismo.
Se entiende mejor con un ejemplo: las picaduras de pulgón en frutales como los ciruelos o los cerezos, deforman las hojas situadas en los extremos de las ramas. Puedes pensar que el problema es otro hasta que revises las hojas, y descubras a los culpables.
La transmisión de enfermedades ocurre por distintos motivos:
Uso de herramientas de poda contaminadas (es recomendable desinfectarlas con alcohol);
heridas;
salpicaduras;
agua (de lluvia o de riego);
animales;
viento;
el suelo.
Como puedes ver, las plantas están constantemente rodeadas de agentes patógenos.
Algunos pesticidas químicos dejaron de estar autorizados para el uso particular a partir de enero de 2019. Para adquirirlos, es necesarios disponer del carnet de aplicador de fitosanitarios, que se obtiene tras realizar un curso.
Para sustituirlos, las empresas de fitosanitarios comercializan nuevas alternativas, igualmente eficaces. El listado de productos fitosanitarios aprobados, puede consultarse en la web del Ministerio de Agricultura.
Si te decides a mantener un huerto con métodos ecológicos, debes mentalizarte que una pequeña parte de tus plantas pueden ser atacadas por las plagas, aunque las protejas con productos respetuosos con el medio ambiente. Esto incluye los distintos preparados comerciales así como de elaboración casera como los purines de plantas.
Llamamos «plagas» a un grupo amplio de animales que producen daños en los cultivos:
Los caracoles y babosas, que se alimentan de las hojas más tiernas, especialmente si hay humedad;
los ratones de campo, que forman galerías y mordisquean las plantas;
los topos que forman montículos de tierra por todo el huerto;
las larvas de múltiples insectos (como los escarabajos) o los gusanos de alambre que se alimentan de las raíces de las hortalizas;
los pájaros aficionados a mordisquear nuestras lechugas.
Existen diversos métodos de control específicos para cada una de estas plagas.
Igual que ocurrió con algunos fitosanitarios, los productos químicos para eliminar malas hierbas se han prohibido para su uso en jardines particulares. Pero han aparecido otras soluciones que utilizan sustancias naturales o menos agresivas: vinagre blanco, ácido pelargónico, etc.
Pero la manera más ecológica para eliminar malas hierbas, sigue siendo el método manual, utilizando una binadora. El crecimiento de malas hierbas puede reducirse utilizando un acolchado (vegetal o mineral) de un cierto espesor sobre la tierra.
También puedes evitar su crecimiento realizando algunas acciones antes de iniciar los cultivos: realizar una falsa siembra, utilizar una lona para evitar su crecimiento, etc.
Existen distintos métodos para regar el huerto que varían siempre en función de los medios técnicos disponibles. Pero para un espacio pequeño, una manguera de riego o una regadera grande son más que suficientes. Estas son nuestras recomendaciones para regar bien el huerto o el jardín:
Riega siempre el suelo, al pie de las plantas, y nunca sobre sus hojas, ya que favorece la aparición de enfermedades;
espacia los riegos, aumentando gradualmente la cantidad de agua. Esto provoca que el agua penetre en la tierra en profundidad, lo que incitará a las raíces a hacer lo mismo para llegar hasta el agua. Si la planta desarrolla sus raíces en profundidad, resistirá mejor la sequía;
riega al atardecer o a primera hora de la mañana: evitarás pérdidas por evaporación cuando haga mucho calor;
no riegues con agua muy fría (por ejemplo, con agua de pozo) sin templarla previamente durante algunas horas. El agua muy fría provoca estrés en los vegetales.
Esta limpieza del huerto es importante para encarar el invierno. Arranca todas las plantas marchitas o que ya no producirán más, eliminando todos los residuos. Si han sufrido alguna enfermedad, es mejor quemarlas para evitar posibles transmisiones.
Guarda los tutores, las etiquetas y las estacas que hayas utilizado. Guárdalo todo a cubierto, en un espacio seco. Los podrás desinfectar más adelante.
Arranca las malas hierbas que puedes añadir a la pila de compost. Algunas hortalizas de raíz deben ser cosechadas para su conservación antes de la llegada del frío (nabo, remolacha y apio-rábano). Puedes guardarlas en cajas en una bodega o en una habitación a cubierto.
Los nuevos cultivos de invierno ocuparán el espacio libre, y algunas hortalizas en concreto se conservarán mejor en el huerto. Los puerros y las zanahorias pueden irse cosechando según tus necesidades. No olvides acolcharlas para protegerlas del frío.
En zonas montañosas, donde las nevadas cubren la tierra durante muchos meses, es complicado cultivar durante el invierno. En este caso, te recomendamos seguir estos consejos para mantener la tierra en buen estado hasta la llegada de la primavera.
Si la tierra es arcillosa, lábrala, dejando terrones grandes: el frío y el hielo del invierno los romperá sin que tengas que hacer ningún tipo de esfuerzo. Es mejor no trabajarla a más de 15 cm de profundidad para no alterar las capas del suelo; para ello puedes utilizar una horca de doble mango.
Si dispones de estiércol fresco, repártelo sobre la superficie de la tierra sin enterrarlo. De todos modos, y aunque esta práctica es muy común, no es aconsejable dejar la tierra desprotegida durante el invierno. Para evitarlo, puedes hacer dos cosas distintas:
Acolchar la tierra con materia orgánica (paja, hojas, recortes de césped...) con un espesor de unos 15 cm, que se mantiene sobre la tierra hasta la llegada de la primavera.
sembrar un abono verde (trébol, mostaza, leguminosas), que se cortarán y enterrarán en primavera para mezclarlas con la tierra.
Es indispensable realizar un buen mantenimiento de las herramientas del jardín para garantizar su eficacia y asegurar su duración.
Los mangos de madera y las hojas de las tijeras de poda, de dos manos o de pértiga, deben limpiarse con una lija fina. Recuerda que puedes desmontar totalmente las hojas de algunos modelos para limpiarlos en profundidad.
Para eliminar residuos resinosos, puedes utilizar alcohol de quemar. Si es necesario, afila las hojas con una piedra de afilar. Engrasa ligeramente las herramientas y lubrica las partes articuladas o sometidas a fricción.
Si los mangos se han abierto, roto o astillado, reemplázalos. Comprueba que la unión entre el mango y el hierro sea sólida y no baile. A continuación, realiza estas 4 operaciones:
Lava las partes metálicas con abundante agua y una esponja para eliminar todas las partículas de tierra adheridas. Procede del mismo modo con los mangos y deja secar la herramienta colgada con la parte metálica siempre hacia arriba.
lija las partes metálicas con un papel abrasivo fino para eliminar cualquier mancha de óxido. Esto evitará que la tierra húmeda se pegue al metal cuando vuelvas a utilizar la herramienta.
lija también los mangos de madera para que queden bien lisos y eliminar posibles astillas. Si es necesario, afila las partes afiladas de palas, azadas y binadoras respetando su ángulo de corte.
engrasa las partes metálicas a continuación utilizando aceite común. Para los mangos de madera, es preferible utilizar aceite de linaza. El aceite de linaza hace que la madera sea más suave al tacto y además, es más resistente a la intemperie.
Guarda las herramientas en un cobertizo de jardín o en un lugar protegido y seco, colocando siempre la parte metálica hacia arriba;
nunca dejes herramientas punzantes o afiladas al alcance de los niños. Por tu propia seguridad, no las dejes en una zona de paso;
guarda las tijeras de poda con las lamas abiertas a fin de no desgastar el resorte;
un último consejo a tener en cuenta: recuerda vaciar el agua de tus mangueras, para evitar que pueda congelarse.
Ficha escrita por:
Juan Mari, jardinero apasionado, Asturias
De niño ya trabajaba en el jardín familiar. Quizás ahí nació mi interés por las plantas y la jardinería. Así que nada más lógico para mí que estudiar biología vegetal y agronomía. Posteriormente, y accediendo a la solicitud de varios editores, escribí, a lo largo de 25 años, numeroso libros relacionados con las plantas, los champiñones (un tema que me preocupa), al principio básicamente guías identificativas, pero posteriormente me fui adentrando en la jardinería, retomando, de este modo la pasión de mi infancia. Además de eso, he colaborado regularmente con varias revistas especializadas en jardinería y naturaleza. Como no hay jardinero sin jardín, cultivo desde hace 30 años el mío propio en un pequeño rincón de Asturias, poniendo en práctica los métodos de cultivo sobre los cuales os aconsejo.