Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta
131 fichas consejo
Conforme van bajando las temperaturas, el césped ralentiza su crecimiento. Es algo natural en el crecimiento de la mayoría de especies cespitosas a las que llamamos césped.
Esto nos permitirá espaciar las siegas y recortes, que realizaremos subiendo las cuchillas de nuestro cortacésped para dejarlo más alto.
Respecto al riego, debemos ir reduciéndolo poco a poco. La programación del riego automático se puede cambiar de manera sencilla, teniendo siempre en cuenta que el otoño es una estación lluviosa de por sí.
Podemos empezar por regar un día sí y otro no, pasar a un día sí y dos no y así paulatinamente. Nos será de ayuda ir tocando la tierra para detectar su grado de humedad, espaciando los riegos cada vez más hasta llegar a dos semanales.
Airear y escarificar son dos labores imprescindibles para un buen mantenimiento del césped. El aireado consiste en realizar pequeños agujeros en el césped para descompactar el terreno y permitir que el oxígeno llegue hasta las raíces. Un suelo suelto y mullido siempre es mejor para crecer que uno duro y compacto.
Es probable que hayamos aireado regularmente durante el verano, usando unos pinchos para zapatos, una horca de mano o con un rodillo aireador.
Pero la verdadera oxigenación y renovación del césped se realiza con el escarificado.
Escarificar implica la retirada de todo resto de césped muerto y seco así como del musgo que se haya podido formar. Esta capa de restos orgánicos suele recibir el nombre de fieltro o paja, y a la larga puede provocar los siguientes problemas:
Algunas variedades de césped forman más fieltro que otras. De nuevo, estamos ante un comportamiento normal de todas estas variedades, que debería regularse de manera natural gracias a un aireado regular, y a una serie de microorganismos que participan en la descomposición de la materia orgánica.
Un exceso de abono o el uso de fungicidas y herbicidas puede matar a estos microorganismos tan necesarios. Motivo más que suficiente para utilizar siempre la dosis indicada y la periodicidad recomendada al utilizar estos productos.
Utilizaremos un escarificador manual, eléctrico o de gasolina (térmico). Sus cuchillas tienen forma de gancho para cortar y levantar el fieltro, lo que facilita su retirada.
El aspecto del césped después de escarificar no es muy bonito. Pero es una tarea de mantenimiento necesaria y en un par de semanas habrá vuelto a crecer más fuerte y más sano que antes.
Después del largo verano habrán aparecido calvas provocadas por una mayor incidencia solar, un riego ineficiente, orines de perro o zonas con menos hierba debido al pisoteo.
Los primeros meses de otoño nos permitirán solucionar este problema rápidamente si utilizamos semillas de césped repoblador.
Este tipo de semillas suele contener dos o más variedades de césped: una de ellas germinará rápidamente, con lo que en apenas unos días, nuestras calvas desaparecerán y volverá a lucir el color verde. La segunda tarda un poco más en germinar y establecerse, pero lo hará a más profundidad, desplazando finalmente a la semilla anterior.
También puedes utilizar la misma variedad de semillas que utilizaste para sembrar tu césped.
Para que el césped tenga tiempo a germinar y establecerse correctamente, es necesario que la temperatura esté entre los 18º – 24º C. Por ello, es aconsejable realizar la siembra a principios de otoño, cuando los días aún son largos y la incidencia del sol es mayor.
Las plantas notan todos estos cambios que conlleva el invierno. Y de manera natural, ralentizan su desarrollo para empezar a acumular reservas. Tenlo en mente para programar una siembra (o la resiembra) del césped exitosa.
El aporte de nutrientes que necesita nuestro césped en estos momentos, es distinto al que necesitaba en primavera. En ese momento precisaba un abono rico en nitrógeno para favorecer su crecimiento. Después del verano, necesita reponerse del pisoteo, de los daños provocados por la insolación. Pero sobre todo, para prepararse para pasar el invierno.
El abono del césped de otoño contiene menos nitrógeno y más fósforo y potasio. Permitirá que las raíces soporten las bajas temperaturas y broten con fuerza en primavera.
La mayoría se presentan en formato granulado, que se van incorporando poco a poco en la tierra conforme pasan los meses. Algunas formulaciones incluyen herbicida o un aporte extra de hierro para eliminar el musgo: son ideales para aportar nutrientes y solventar un problema a la vez.
Es aconsejable leer bien las instrucciones del fabricante para aplicar la dosis necesaria, así como repartirlo de manera uniforme para evitar daños. Una manera sencilla de hacerlo cuando aún no se tiene experiencia, consiste en delimitar parcelas (normalmente de 1m2) y pesar la cantidad de abono necesaria para cada una de ellas.
Recuerda regar bien después de aplicar el abono para facilitar su integración.
Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta, 131 fichas consejo
Autora de PicaronaBlog. Hortelana autodidacta, imparto talleres de huerto urbano, colaboro en medios especializados y en 2014 publiqué mi primer manual de iniciación: "Hortelanos de ciudad".