Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta
Es normal que después de unos meses desatendido, el césped no se encuentre en su mejor momento. Durante el invierno habrá sufrido las bajas temperaturas, puede haber aparecido musgo, habrán crecido malas hierbas y debemos solucionar todos estos problemas.
El musgo suele aparecer sobre el césped en las zonas que quedan más a la sombra, pero también por otros motivos: falta de nutrientes o en zonas con césped muerto y donde se ha acumulado materia orgánica. Para solucionarlo, utilizaremos un producto fungicida antimusgo, que lo eliminará para posteriormente escarificar toda la zona para desprendernos tanto de sus restos como de los de césped muerto.
Si detectamos que el problema se repite cada invierno, puede que el motivo sea un desnivel que ha provocado encharcamiento. Podemos nivelarlo utilizando tubos de drenaje o un material que lo sea (como por ejemplo arena de río) para acabar añadiendo recebo en el que procederemos a resembrar.
Con la llegada de la primavera, el césped despierta después del letargo invernal, pero también lo hacen las malas hierbas. Podemos eliminarlas con herramientas térmicas o manuales (gubias o quemadores de malas hierbas) o bien utilizando un producto herbicida.
Algunos abonos para césped incluyen herbicida en su formulación, por lo que también suelen ser una buena opción teniendo en cuenta que la primavera es el momento ideal para continuar con la pauta de abonado.
Airear y escarificar el césped en primavera es un proceso vital para que pueda crecer fuerte y sano. Gracias a este proceso, rejuveneceremos el pasto y tendremos más claro en qué zonas puede ser conveniente realizar una resiembra.
Con el escarificado eliminaremos todos los restos de césped muerto (al que se suele llamar fieltro o tatch), y a la vez realizaremos pequeños cortes en el suelo, que favorecerán su aireación y la absorción de nutrientes.
Antes de pasar el escarificador, es recomendable pasar el cortacésped a una altura lo más baja posible. Con ello retiraremos gran parte de material orgánica y facilitará la tarea de pasar el escarificador o un rastrillo. Regaremos a continuación, para que la tierra quede húmeda. Al cabo de un par días, pasaremos el escarificador tantas veces como sea necesario, regulando la profundidad de las cuchillas hasta eliminar la capa de fieltro. Puedes recoger los restos manualmente o utilizando la función de aspirador de tu cortacésped.
Al finalizar el proceso, el césped suele tener mal aspecto: es algo normal y no debería preocuparnos, porque al cabo de pocos días observaremos que brota con mucha más fuerza.
Después de realizar el escarificado, podremos determinar mejor en qué zonas es necesario resembrar y qué tipo de semillas serán las más apropiadas: debajo de los árboles podemos utilizar una variedad de césped para zonas sombrías. También podemos optar por dejar la zona sin césped y cubrirla con un manto de material de acolchado, como por ejemplo, corteza de pino.
Las semillas de césped para resiembra suelen contener una mezcla de distintos tipos de cespitosas, que germinan a los pocos días. Las de ray-grass son las más rápidas, lo que permite volver a ver el césped de color verde mientras crecen y se establecen las demás variedades de la mezcla.
También puede ser un buen momento para plantearse la colocación o sustitución de losetas en las zonas de paso más habituales: evitará el pisoteo y la aparición de calvas por desgaste.
El césped está formado por una multitud de pequeñas plantas que se alimentan de los nutrientes presentes en el suelo. Pero estos nutrientes acaban agotándose, y si las plantas no los encuentran, crecen débiles y aumenta la posibilidad de que aparezcan problemas, carencias y enfermedades.
Por tanto, es recomendable abonar el césped con regularidad, utilizando un abono específico para cada una de las épocas del año. Los abonos especialmente formulados para primavera son muy ricos en nitrógeno, que favorece el crecimiento de las plantas. Repártelo de la manera más uniforme posible, utilizando una abonadora manual o marcando pequeñas parcelas de un metro de lado. La mayoría de envases de césped indican la dosis necesaria por metro cuadrado, lo que te puede facilitar el pesaje y distribución del abono si te genera dudas o es la primera vez que abonas tu césped.
Después de repartir el abono, es muy importante regar generosamente para que los nutrientes se disuelvan y se integren en la tierra lo antes posible. Si estás al corriente de la previsión meteorológica, intenta realizar esta tarea justo antes de que lleguen las lluvias. En primavera suelen ser muy abundantes, lo que resulta ideal después del abonado.
El abonado de primavera devolverá el color verde a alguna variedades de césped que tienden a amarillear durante el invierno. Es el caso de la familia de las gramas, que suelen utilizarse en zonas costeras por su resistencia a la salinidad y al calor intenso del verano. Los abonos ricos en Hierro (Fe) también ayudan a la recuperación de ese verde intenso que todos deseamos para nuestro césped.
Cuando el césped empiece a crecer después del escarificado, es recomendable no cortarlo muy bajo. En este momento del año, nos interesa que las plantas se renueven, y para ello es importante que crezcan también sus raíces. Unas raíces bien formadas ayudarán a que la planta se establezca correctamente, absorberá más nutrientes e incluso podrán mantener un césped con un riego más espaciado. Evita siegas a alturas inferiores a los 4 o 5 cms ya que ello impediría que la planta pueda realizar la fotosíntesis con normalidad.
Aprovecha para revisar el mantenimiento y puesta a punto de tu cortacésped, revisando el estado de las cuchillas y su correcto afilado. Comprueba el estado de los tornillos, del nivel de aceite o de las baterías por si necesitas algún recambio.
Durante la primavera, los riegos del césped deben ser espaciados pero abundantes. Favorecerán su crecimiento y el desarrollo de las raíces.
Es un buen momento para revisar la instalación del sistema de riego subterráneo y comprobar su correcto funcionamiento. Sustituye las piezas deterioradas, asegúrate de que ningún tubo se ha roto y comprueba que los aspersores funcionan bien, solapándose correctamente y regando todo el espacio sembrado.
Por último, recuerda que el césped es capaz de adaptarse a distintas pautas de riego, por lo que si el verano pasado regaste muy a menudo, este año puedes intentar reducir sus necesidades hídricas:
Deja crecer el césped para que desarrolle unas buenas raíces, lo que reduce las pérdidas por evaporación;
revisa también el afilado de las cuchillas del cortacésped para que el corte sea limpio y evitando desgarros;
realiza riegos más generosos pero más espaciados en el tiempo. Aumenta la frecuencia en verano pero de manera paulatina, haciendo que pase un poco de sed. Acabará adaptándose a las circunstancias.
Ficha escrita por:
Ester, hortelana autodidacta
Autora de PicaronaBlog. Hortelana autodidacta, imparto talleres de huerto urbano, colaboro en medios especializados y en 2014 publiqué mi primer manual de iniciación: Hortelanos de ciudad.