Ficha escrita por:
Juan Mari, jardinero apasionado, Asturias
Estos mamíferos terrestres (o mejor dicho, subterráneos) pasan casi la totalidad de su vida bajo tierra, en el interior de las galerías que van cavando hasta 50 cm de profundidad.
Si nos fijamos en su dieta, deberíamos clasificarlos como animales auxiliares más que como plaga, ya que a pesar de alimentarse principalmente de lombrices de tierra, muy útiles en el jardín, también come muchos gusanos blancos (larvas de saltamontes), gusanos grises (larvas de polillas) y los temidos gusanos de alambre. El topo captura a sus presas en el interior de sus galerías, que pueden alcanzar hasta 200 m de longitud en total. Esto suele tener un efecto beneficioso en el jardín ya que al excavar, drenan y airean el suelo.
El problema es que los topos tienen la desagradable costumbre de expulsar y amontonar la tierra fuera de sus galerías formando montículos de tierra, fácilmente identificables, y con una especial predilección por espacios cubiertos de hierba o de césped.
Estos montículos también reciben el nombre de toperas.
Los topos se convierten en especialmente molestos cuando forman sus túneles en una parcela recién sembrada o bajo las plantas recién trasplantadas al huerto, ya que siempre corta las raíces de las plantas que obstaculizan su paso bajo tierra.
Si detectas la presencia de un topo en una zona discreta y lejos de cultivos que quieres proteger, limítate a pasar el rastrillo sobre los montículos de tierra para allanarlos. Nunca sabes cómo de difícil será ganar la batalla, y lo mejor será tolerar su presencia. De lo contrario, debes intentar eliminarlo o ahuyentarlo de tu jardín.
Los productos repelentes de fabricación casera o comerciales, no tienen una eficacia probada. Si bien algunos parecen cumplir su labor en determinadas circunstancias, otros están lejos de ser totalmente eficaces. Depende de cada uno comprobar su eficiencia a través de la observación.
Los productos que ahuyentan a los topos (aunque luego se instalen en casa de vecino), son la mejor opción para los defensores del medio ambiente y contrarios al maltrato animal.
En primer lugar, cabe destacar algunas plantas de las que se conoce sus efectos repelentes, ya que emiten olores que parecen no agradar a los topos: las bulbosas, como el ajo o la cebolla, la fritillaria (de la familia de las liliáceas), el jacinto, el Narcissus jonquilla, etc.
Mención especial para el tártago (Euphorbia lathyris), conocida también como la planta anti-topos.
Pero los efectos de estas soluciones, solo son efectivas en un diámetro muy localizado alrededor de la planta. Existen otros productos (de dudosa eficacia) que se pueden introducir en las galerías y que emiten olores que supuestamente ahuyentan a los topos:
Purín de saúco;
aceite de hueso;
cabello humano que puedes pedir en la peluquería.
Los cartuchos de humo podrían ser bastante eficientes, pero deberían utilizarse en gran cantidad para obtener buenos resultados. El inconveniente es que los gases que emite son nocivos tanto para el suelo como para el medio ambiente;
solución de amoniaco que se introduce en los agujeros remojando un trozo de tela o de algodón;
bolas de naftalina que se depositan sobre la tierra de las toperas.
Se comercializan distintos modelos de trampas vibratorias o de ultrasonidos, más o menos costosas y de eficacia discutida. Su funcionamiento se basa en la idea de que los ultrasonidos o las vibraciones que se trasladan al suelo, ahuyentan a los topos, y su eficacia alcanza cientos de metros cuadrados dependiendo del tipo de tierra. Estos aparatos se alimentan con baterías recargables o con energía solar.
Utilizando el mismo principio, una solución casera consiste en clavar varillas metálicas o estacas de hierro en el suelo, colocando una lata, o un vaso de plástico o de cristal en el extremo superior. En principio, cuando el vaso o la lata golpea la estaca por acción del viento, transmite las vibraciones al suelo y ahuyenta a topos y topillos.
Existe la falsa creencia de que puedes expulsar a los topos de las galerías inundándolas con agua: esta solución no sirve para nada excepto para perder agua y tiempo.
Depositar cristales rotos o ramas con espinas en las mismas es igualmente inútil. Se supone que los vidrios rotos o las espinas provocan heridas irreversibles en los topos, haciéndoles sangrar hasta la muerte. Según la creencia popular, los topos son hemofílicos, lo que es falso.
Existen distintas repelente de insectos y animales">trampas para topos con forma de pinza o de mordaza disponibles en el mercado.
Esta trampa es la más simple, pero su eficacia está probada. Ya se utilizaban hace siglos, con resultados más que favorables. Además de fiables, son muy económicas.
Tienen forma de abrazadera con unas pinzas laterales que se mantienen en tensión. Cuando el topo llega a la trampa, las pinzas se liberan y lo atrapan.
Localiza una topera fresca y nivela la tierra.
Cava con una pala un cuadrado de 40 cm de lado alrededor del agujero.
Retira el terrón de tierra: al hacerlo, descubrirás la galería formada por el topo, con un agujero de paso a cada uno de los lados del cuadrado que has formado.
Abre las pinzas de la trampa presionando en la parte superior y coloca el cuadrado metálico que se incluye para armarla.
Coloca la trampa introduciendo la abertura en el interior de una de las galerías.
Coloca otra trampa en la entrada de la galería opuesta.
Coloca un palo en el agujero de la trampa para que esta no retroceda cuando el topo la quiera cruzar.
Vuelve a colocar el terrón de tierra con cuidado y sin compactarlo: el topo acudirá para rellenarlo de tierra y estabilizar la galería.
Utiliza en todo momento unos guantes de jardinería para evitar que la tierra o la trampa huelan a ser humano: los topos tienen un sentido del olfato muy desarrollado;
utiliza trampas envejecidas ya que el cuadrado de metal que acciona la trampa suele resbalar sobre el metal liso. Además, el olor a metal nuevo puede hacer que el topo sospeche;
siempre deberás utilizar dos trampas por topera, una en cada una de las galerías, ya que no es posible saber por cuál de ellas llegará el topo.
De reciente aparición en el mercado, estas trampas se basan en la necesidad del topo de tapar cualquier agujero abierto. No soportan que haya corriente de aire en el interior de las galerías. El topo activa el mecanismo y un dispositivo electrónico provoca una explosión que mata al animal.
Este sistema pirotécnico es eficaz pero peligroso, pudiendo provocar accidentes con lesiones importantes en las manos del jardinero.
El sistema de trampa más ecológica se basa en la captura del topo, manteniéndolo vivo para poder liberarlo posteriormente en un lugar alejado de las plantas o cultivos.
Estas trampas suelen tener una forma cilíndrica en la que se captura al topo, pero no es eficaz al 100%. Otros animales pueden morir con estas trampas.
La lucha contra topos y topillos es una labor sin fin, ya que aunque consigas eliminar los topos del jardín, nunca será algo definitivo. Pueden llegar más en el futuro, ya que pueden reproducirse a razón de 6 vástagos anuales.
Ficha escrita por:
Juan Mari, jardinero apasionado, Asturias
De niño ya trabajaba en el jardín familiar. Quizás ahí nació mi interés por las plantas y la jardinería. Así que nada más lógico para mí que estudiar biología vegetal y agronomía. Posteriormente, y accediendo a la solicitud de varios editores, escribí, a lo largo de 25 años, numeroso libros relacionados con las plantas, los champiñones (un tema que me preocupa), al principio básicamente guías identificativas, pero posteriormente me fui adentrando en la jardinería, retomando, de este modo la pasión de mi infancia. Además de eso, he colaborado regularmente con varias revistas especializadas en jardinería y naturaleza. Como no hay jardinero sin jardín, cultivo desde hace 30 años el mío propio en un pequeño rincón de Asturias, poniendo en práctica los métodos de cultivo sobre los cuales os aconsejo.