La elección de un buen escritorio debe proporcionar comodidad a la hora de usarlo, sobre todo si se utiliza para trabajar durante largas horas. Hay que tener en cuenta los siguientes aspectos para escoger el escritorio ideal:
Tablero suficientemente amplio para poder colocar todo lo necesario y trabajar con los antebrazos apoyados. La forma (recta, de rincón, con una zona redondeada) y el tamaño también se deben tener en cuenta.
Uso: si va ser un escritorio de trabajo en el que, además, deberá poder colocar un ordenador y monitor, o bien, uno en el que realizarás otras tareas.
Material: para trabajar durante horas, los escritorios de madera son los más habituales. Los más prácticos y fáciles de mantener y limpiar son de melamina o MDF, con buena relación calidad-precio
Montaje: que sea un sistema sencillo y, a la vez versátil, para poder regular la altura del escritorio. Generalmente una mesa de escritorio está sobre el suelo, aunque también se puede colocar fijándola a una pared.
Estilo: la estética también cuenta a la hora de elegir el estilo ideal, pero un estilo funcional y poco recargado es lo más práctico a la hora de trabajar.
Una buena mesa de trabajo debe complementarse con una silla de escritorio que permita adoptar la postura correcta y trabajar con toda comodidad.
La zona de trabajo se completa con una cajonera, una lámpara de sobremesa, además de algunos organizadores para tener el escritorio siempre bien ordenado.
Un escritorio debe ser de un material suficientemente sólido como para poder apoyarse en él correctamente y sin peligro de rotura, por eso se suele preferir la madera y materiales que la imitan, antes que el cristal. Éste puede ser muy estético pero, además de ser sucio, puede presentar el riesgo de romperse con la caída, por ejemplo de un objeto duro sobre él.
Así, por este orden, solemos encontrar:
Escritorios de melamina, MDF o tableros de partículas revestidos. Son poco pesados pero, a la vez, son sólidos y el material de revestimiento se puede limpiar fácilmente.
Escritorios de madera maciza. Utilizados en los ambientes más clásicos, aunque también existentes con diseños más modernos, la madera es una apuesta segura por su solidez, aportando, además calidez al ambiente.
Escritorios de metal. Menos utilizado, aunque también práctico y fácil de limpiar, el metal es muy sólido, aunque menos cálido a la hora de utilizarlo.
Escritorios de cristal. Utilizados, sobre todo, en ambientes donde se prima el diseño frente al aspecto funcional. Sólo aptos para gente muy cuidadosa y con un uso moderado.
La medida correcta de un escritorio es aquella que permite al usuario sentarse a la altura adecuada para poder apoyarse con comodidad, manteniendo la espalda recta sin necesidad de encorvarse.
Una altura adecuada comienza a partir de los 70 cm y puede llegar hasta más de 100 cm.
Lo más práctico es elegir un escritorio con altura regulable que, junto con la silla, se pueda adaptar en cada momento a las necesidades del usuario, sobre todo si lo utiliza más de una persona.
Si se elige una mesa con altura fija, siempre se puede jugar regulando la altura de la silla o sillón de oficina.
En cuanto al largo y al fondo, estas dimensiones deben permitir colocar cómodamente aquellos elementos necesarios para el trabajo, como teclados, monitores o impresoras, o bien, material de dibujo, de diseño, etc. Además, el usuario debe tener espacio suficiente frente a él y a los lados para poder depositar algunos objetos auxiliares que necesite como libretas, material de oficina y, por qué no, un espacio para un café o una botella de agua.
Todo depende del uso que se vaya a darle y del tiempo que se vaya a permanecer en él. Un ancho de unos 120 cm y un fondo a partir de 60 cm suelen ser suficientes.